La OTAN y Rusia vuelven a enseñarse los dientes e intercambiar advertencias mientras la tensión crece en el este de Europa. El despliegue de 114.000 soldados rusos en la frontera con Ucrania ha encendido las alarmas en las capitales aliadas y Moscú ha acusado a Occidente de tener planes para instalar en la antigua república soviética armas de ataque que ponen en riesgo su seguridad. El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, ha advertido este martes de que una agresión rusa contra Ucrania tendría “graves consecuencias” políticas y económicas. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, que ya había avisado de que Moscú pagaría un “alto precio” si atacaba a Kiev, ha pedido “transparencia” sobre las maniobras rusas y ha asegurado que la Alianza podría reforzar rápidamente sus tropas en la zona, aunque no ha mencionado represalias militares.