MADRID. – La familia de Susana Cortés, la mujer cuya agonía grabó su pareja sin hacer nada para salvarla y murió tras sufrir un cuadro de hipoglucemia (baja de azúcar), rompió el silencio. Tristeza. Enojo. Indignación. Esas tan solo algunas de las sensaciones que invadieron a las personas cercanas a la víctima, quienes aseguraron además desconocer las humillaciones y maltratos que sufría de parte de su pareja, un dentista argentino de 49 años.
«Según lo que nos dijeron los Mossos d’Esquadra, en los vídeos se ve a mi cuñada mal, que no habla bien, que se va deteriorando, pidiéndole una coca-cola para subir el azúcar y él no hace nada», sostuvo Tatiana Sánchez, cuñada de la víctima, en una entrevista concedida al diario El País, de España.
«Y también hay audios de ella de otros días donde lo deja claro: él le pregunta cómo está y ella le responde: ‘¿Cómo quieres que esté después de la paliza que me has dado?’, continua su relato Tatiana.
La mujer que fue grabada mientras moría sin que su marido la socorriera era madre de un adolescente de 13 y administraba un bar en un municipio cercano a Viladecans. El miércoles, la investigación policial culminó con la detención de Mariano, el hombre que grababa, cuyo apellido no trascendió.
El caso de Susana Cortés corona trágicamente una semana fatal en España en casos de violencia de género: cinco mujeres fueron asesinadas en siete días en Pontevedra, Madrid y Mallorca.
Según consigna el citado medio español, Susana y Mariano se conocieron en un bar de Gava, un pequeño municipio Catalán. Comenzaron a salir, pero pocos meses después de iniciar su noviazgo ella sintió que algo no andaba bien: «Le contó a mi mujer que quería dejar la relación, porque veía que él era un fantasma, que todo era aparienca», cuenta Daniel Cortés, uno de los tres hermanos de la mujer fallecida.
La familia no sospechaba nada
La familia de Susana no conocía el martirio que vivió la mujer durante esa breve relación: «Ni lo sospechábamos. Lo trajo a una barbacoa y él era risueño y siempre hacía bromas. Ella nunca fue de relaciones complicadas y en nuestro entorno no hay nada de malos tratos», explica Tatiana, todavía sin creer del todo lo que ha sucedido.
Susana nunca denunció. Excusaba los golpes con caídas y apenas hablaba del tema, como el 70 por ciento de las mujeres que mueren por violencia machista en España.
Pero en el barrio de Viladecans donde vivía la pareja, y en el que ella trabajaba, algunos vecinos sabían de la agresividad del dentista argentino. «Susana me comentó que era agresivo, posesivo y celoso. Yo a ella le vi moratones en los brazos, en la espalda y en las costillas. Pero cuando le preguntaba, me decía que se había caído», relata Alejandro Castro, camarero de El Recodo.
Tras la muerte de Susana, la familia comenzó a atar cabos. Supieron que ella había llamado a su expareja para que se llevara a su hijo, porque tenía miedo. También descubrieron que había un parte del hospital, de una vez que llegó con una costilla rota.
«No sabíamos nada. Mi sobrino le encontró una vez moratones en los brazos, él le preguntó y ella le contestó que se había caído, pero que no les dijera nada a los tíos, a nosotros», asegura Daniel.
La familia descubrió, tras las investigaciones y la información que llega del entorno de la pareja que, en sus últimos días, la mujer vivió un calvario. «El viernes tuvieron una fuerte discusión en un bar. Él incluso la golpeó contra el coche. De hecho, yo salí tarde de trabajar porque ella no vino. El sábado fue a trabajar con un ojo morado. Y el domingo y el lunes ya no apareció», cuenta el mozo del bar que administraba Susana, que tenía muy buena relación con su jefa. Ella falleció en la madrugada del martes.