El impacto de los parques eólicos del Yucatán, un ejemplo a no seguir

Fátima Gasca Chuc paga aproximadamente mil quinientos pesos ($75 dólares) por sus recibos de luz, una cantidad muy elevada para la región, que impacta directamente en el bolsillo familiar. Únicamente cuenta con un refrigerador, un par de ventiladores y un televisor, por lo que no entiende por qué la tarifa es tan cara.

Desde hace ocho años vive con sus hijos en el fraccionamiento Flamingos, a las afueras del municipio de Dzilam de Bravo. Su casa es humilde, no viven con lujos y se dedican a la venta de comida y pasteles para sostenerse.

Su vivienda se ubica justo enfrente del Parque Eólico Dzilam Bravo-Eólica Golfo 1, un megaproyecto que inició operaciones en 2018 para surtir de electricidad a empresas privadas. Fátima sólo tiene que abrir una de sus ventanas para observar cómo giran los aerogeneradores de 125 metros de altura, esas “veletas” que cambiaron el paisaje de dicho puerto yucateco.

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