-Candidato al consejo del PAN, el exsenador busca insertarse de nuevo en un cargo de poder
-Le apuesta a que los militantes panistas olviden que en la elección de 2018 operó para Morena y “Huacho” Díaz
-Su objetivo es lograr en 2021 un nuevo cargo como diputado o en la presidencia municipal
Mérida, Yucatán, 17 de agosto de 2019.- Vivir del erario durante todo un sexenio y de pronto quedarse sin el gozo de una jugosa entrada mensual, por no haber logrado colgarse de las ubres del presupuesto, es algo que tiene muy molesto al exsenador Daniel Ávila Ruiz; contador público y miembro del Partido Acción Nacional que ha sido diputado local, diputado federal y Senador de la República de 2012 a 2018, cuando por un mal cálculo en arreglos cupulares se quedó fuera de candidaturas y cargos.
Acostumbrado a estar sentado en una curul y gozar de un jugoso ingreso, además de prestigio y canonjías, el ser ahora como cualquier hijo de vecino pesa mucho en el ánimo de Ávila Ruiz, quien al ver lejanas sus esperanzas de hacerse de un cargo en el gobierno federal, abanicado por su amigo Joaquín “Huacho” Díaz Mena, se ve en la necesidad de volver a las contiendas internas de su partido, esta vez en busca de un lugar en los consejos nacional y estatal, lo que le permitiría entrar de nuevo al juego de las candidaturas de 2021, cuando se elegirán alcaldes y diputados locales y federales.
“Dar voz al militante” es su lema de campaña interna, algo que olvidó en 2017 siendo aspirante a la candidatura por la gubernatura yucateca, para negociar al más alto nivel, junto con los otros aspirantes, quién sería la mejor opción para enfrentarse al candidato priista, en ese entonces el enemigo a vencer.
Resultó como la mejor opción Mauricio Vila Dosal, quien a la postre fue el ganador de la contienda estatal, a pesar de que aquellos que se comprometieron a trabajar para lograr el triunfo, al no ver satisfechas sus demandas, tomaron decisiones que cambiaron el panorama electoral y pusieron en riesgo los resultados y al mismo partido.
El berrinche más grande estuvo a cargo de “Huacho” Díaz Mena quien, luego del reparto de candidaturas, se quedó sin la que iba por un lugar en el Senado, yendo ésta a las manos de Raúl Paz Alonzo, presidente estatal del partido. La decisión de no darle la candidatura es porque ya había obtenido en 2012 ser candidato al gobierno del estado, cuando se enfrentó a Rolando Zapata Bello, quien fácilmente lo derrotó.
Hacer de nuevo candidato a Díaz Mena, en un ambiente electoral que ya había perdido, era poner en riesgo las posibilidades del partido, pero eso no le importaba, sólo quería estar en una posición de poder y acceso a los dineros, y al no lograrlo optó por abandonar el partido y buscar en otro lado, nada menos que con el enemigo natural de ideología, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), cuyos intereses no iban para nada con los de “Huacho”, pero eso era lo de menos. Pasar de “fifí” a “chairo” no le fue tan difícil.
Más prudente ante un panorama incierto, Ávila Ruiz prefirió esperar los acomodos y ver por dónde colarse para obtener un “hueso”, y eso llegó con la candidatura que Díaz Mena negoció, pero ahora con Morena, donde mediante tratos con personajes como el especulador Alfonso “Mosco” Pereira, se agenció la candidatura al gobierno del estado.
Sin pensarlo dos veces, y traicionando convicciones y lealtades, Daniel Ávila decidió ayudar a su amigo “Huacho”, quien le ofrecía la posibilidad de estar de nuevo en una posición de poder y de manejo de recursos. De esta manera, bajo el agua, operó en favor del candidato morenista, traicionando al PAN. Pero de nuevo no le funcionó la estrategia, “Huacho” Díaz quedó en tercer lugar.
Todo cambió con el triunfo en la Presidencia de Andrés Manuel López Obrador, quien designó a Díaz Mena “súperdelegado” en Yucatán, con todo el poder para colocar delegados y directores en las dependencias federales. De nuevo, Ávila Ruiz vio un puesto en la mira, esta vez como funcionario en la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Sin embargo, no contaba con que la ambición de “Huacho” y su obsesión por colocar a su equipo y amigos en posiciones y cargos que los verdaderos morenistas sienten que les pertenecen, ha hecho que la posición de Díaz Mena se veía comprometida por el descontento que ha generado.
Así las cosas, y calculador como siempre, Daniel Ávila vuelve los ojos de nuevo al partido que traicionó, y con la elección de los consejos estatal y nacional que decidirán a los futuros candidatos para los comicios de 2021, cuando se renovarán las alcaldías y las diputaciones locales y federales, es que de nuevo ve la posibilidad de reinsertarse en las ubres presupuestales para seguir gozando de envidiables ingresos económicos.
Ávila Ruiz le apuesta al olvido, o al desconocimiento de sus estratagemas, por parte de los militantes panistas y de nuevo se le ve sonriente, amigable y servicial. Hay que “dar voz al militante” repite entre sus compañeros de partido para hacerse popular y pretender que le crean que su interés está en la militancia y sus necesidades.
Quienes lo conocen saben perfectamente que Ávila Ruiz es capaz de decir lo que los otros quieren oír y vestir del color que quieren ver, con tal de lograr sus objetivos personales. Lo mismo le puesta a las polémica, que a la mentira, como cuando dijo que gracias a él habían bajado las tarifas de electricidad en Yucatán, para luego ser desmentido por la misma CFE.
“Dar voz al militante” es un buen lema de campaña, lo que no ha calculado Ávila Ruiz es que el 25 de agosto, día de la elección de los consejeros, es justamente el militante el que tendrá la voz y el poder para elegir y es muy probable que esa voz diga a Daniel Ávila que no lo quiere en el consejo, que busque otra chamba y que use sus conocimientos contables para entender que no contará con los militantes para llevar al cabo sus planes. El próximo domingo despertará de su sueño y verá su realidad.