La urgencia de las evacuaciones desatada tras la toma de Kabul por parte de los talibanes ha destapado la falta de visión y reflejos del Gobierno en funciones de Países Bajos. La formación de la nueva coalición suma ya cinco meses de negociaciones, y Afganistán, de donde se retiraron en mayo las tropas holandesas, había quedado en un segundo plano en las agendas políticas. En La Haya, el Congreso ha criticado con dureza la lentitud del Gabinete en reaccionar; en darse cuenta de que la situación se precipitaba y era preciso evacuar a todo el personal local afgano que trabajó para Países Bajos durante años, y también a sus familias. Al reproche político se suma la mala imagen de la precipitada salida del personal con pasaporte holandés de la Embajada en Kabul, que se produjo la semana pasada tras un aviso de Estados Unidos. La falta de seguridad sobre el terreno complicó luego la evacuación de los trabajadores afganos y sus familiares —207 personas—, lo que dañó la reputación de las ministras de Exteriores y Defensa, directamente involucradas en las operaciones. Para alivio del Ejecutivo, los afganos rescatados fueron llegando al aeropuerto de Ámsterdam a lo largo de este fin de semana.