El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ha revivido una polémica propuesta de su campaña presidencial: atacar con fuerza militar a los cárteles de la droga en México, señalados por Washington como los principales responsables de la crisis de fentanilo que ha causado más de 300 mil muertes por sobredosis en los últimos cinco años en territorio estadounidense.
Esta no es la primera vez que surge una idea de este tipo. En sus memorias publicadas en 2022, el exsecretario de Defensa Mark Esper reveló que Trump consideró bombardear laboratorios de drogas en México durante su primer mandato. La propuesta vuelve a ganar fuerza, respaldada por recientes declaraciones del embajador estadounidense en México, Ken Salazar, quien criticó la estrategia de seguridad de «abrazos, no balazos» del presidente Andrés Manuel López Obrador, calificándola de fallida ante la creciente inseguridad en el país.
En el marco del «Encuentro Internacional sobre Cárteles y Pandillas Mexicanas», realizado esta semana en Texas, surgieron más detalles sobre los planes de Trump. Tim Kennedy, veterano condecorado del ejército estadounidense y cercano al expresidente desde 2016, confirmó que Trump pretende designar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas. Esta medida abriría la puerta para una operación militar especial con el objetivo de desmantelar estas redes criminales.
Kennedy, exmiembro de las Fuerzas Especiales de Estados Unidos con experiencia en conflictos como Irak y Afganistán, detalló que el expresidente se encuentra en un proceso de autocrítica tras su derrota electoral de 2020. «Es un hombre que reconoce los errores cometidos en su primera administración, especialmente en la elección de sus colaboradores», señaló.
La posibilidad de una intervención militar estadounidense en México plantea interrogantes sobre las relaciones bilaterales y el respeto a la soberanía nacional, pero también refleja el endurecimiento de la postura de Washington frente al narcotráfico. Si Trump concreta estas medidas al regresar a la Casa Blanca, marcaría un punto de inflexión en la lucha contra las drogas y la relación entre ambos países.