Los silencios en diplomacia son tan importantes como las palabras. Y los gestos, más elocuentes que cualquier declaración. La crisis diplomática entre España y Marruecos, que se desencadenó tras la acogida en España del líder del Frente Polisario, Brahim Gali, para tratarse de una grave afección de la covid, sigue abierta. Lo estará, oficialmente, hasta que la embajadora de Rabat en Madrid, Karima Benyaich, llamada a consultas el pasado 18 de mayo, regrese a su puesto. Sin embargo, los gestos amistosos por parte de Rabat se han multiplicado en las últimas semanas y anticipan que el final está cerca.