El vengador del futuro: la película que tardó 14 años en hacerse y que se volvió la obsesión de Arnold Schwarzenegger

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Un guion tan ambicioso que nadie se animaba a filmar, una estrella en la cima de su carrera encaprichada por protagonizarla y un director malhumorado son parte de la fórmula del éxito de El Vengador del Futuro, una de las películas más costosas de la historia. A 30 años de su estreno, se mantiene como un raro ejemplo de una producción que logró unir acción, humor y reflexión social de una manera original y que aún hoy sigue entreteniendo.

Un proyecto cargado de idas y vueltas

Desde su publicación, a finales de los 60, diferentes productores de Hollywood soñaron con adaptar el cuento «We Can Remember It for You Wholesale» («Podemos recordarlo por usted al por mayor») de Philip K. Dick, en el que un hombre contrata un servicio para implantarse falsos recuerdos. Su sueño siempre fue visitar Marte pero, sin dinero para hacerlo, opta por esta suerte de falsas vacaciones gracias a la manipulación de su memoria. Pero las cosas se complican cuando el procedimiento termina revelando que el protagonista tiene un pasado que ni él recuerda y que sus anhelos por el Planeta Rojo están motivados por algo más.

Los guionistas Dan O’Bannon y Ronald Shusett, responsables de la primera entrega de la saga Alien, había hecho una buena adaptación de la historia de Dick a mediados de los 70, cuando el autor aún estaba vivo y contaban con su aprobación, pero no lograban que ningún estudio se anime a invertir lo necesario para rodarla.

«Hasta donde sé, cuando me hablaron del proyecto en 1988 habían pasado 14 años del primer intento por llevar el cuento a la pantalla grande. Y es que nadie sabía cómo adaptar la historia sin que fuera una película titánica. Cuando se estrenó era el film con mayor presupuesto de la historia, más de 100 millones de dólares, y nadie estaba seguro que funcionaría», recordó hace poco Ronny Cox, el actor que interpretó al villano Cohaagen.

A inicios de la década del 80, cuando el guion original había pasado por cerca de 40 versiones, el productor Dino De Laurentiis decidió hacerse cargo del proyecto y empezó a buscar un elenco que le permitiera conseguir los inversores necesarios para una suma que se sabía que sería récord. Después de considerar a Richard Dreyfuss y a Patrick Swayze, quien se había vuelto una estrella con Dirty Dancing, había fracasado una y otra vez en obtener el interés de algún estudio pero, a la vez, no quería abandonar el proyecto.

En uno de los intentos por resucitarla, convocó a David Cronenberg, quien trabajó en una versión en la que cambiaba el final del cuento, le sumaba un grupo de mutantes humanos viviendo en Marte y varias escenas disparatadas. La idea avanzó hasta que su versión de Dune, que compartía el mismo espíritu, fracasó en taquilla y De Laurentiis prefirió no seguir trabajando en esa idea. Más tarde, Ronald Shusett intentó reescribir el guion y llevar la aventura hacia una suerte de «Indiana Jones en el espacio», pero tampoco convenció a nadie.

La obsesión de Arnold

La suerte parecía echada para el proyecto hasta que la máxima estrella del cine de aquel momento escuchó hablar de la historia. Mientras rodaba Triple identidad, a Arnold Schwarzenegger le contaron sobre esta trama que nadie podía filmar y se obsesionó con ella. Luego de varias películas exitosas pero calcadas en el tipo de rol que le asignaban, buscaba algo distinto. Así que instruyó a la productora Carolco Pictures para que comprara los derechos del guion por una suma interesante y ofreció cobrar menos de su salario habitual a cambio de tener un porcentaje de las ganancias y poder de decisión sobre el equipo de trabajo.

Sin embargo a De Laurentiis, quien seguía con los derechos de la historia, no le convencía para nada esta decisión. «Por años peleé por El Vengador del Futuro porque Dino De Laurentiis la tenía y no confiaba en mí. Me decía ‘Schwarzenegger, sos perfecto para Conan pero no para esta historia; lo quiero a Jeff Bridges», recordó el actor hace algunos meses.

De hecho, Schwarzenegger tuvo que esperar a que la productora de De Laurentiis quebrara por problemas financieros para que su oferta sea tenida en cuenta. Una vez que lo hizo, el exfisiculturista se puso al frente de la producción y le imprimió toda la fuerza y agilidad que no había tenido hasta entonces.

Lo primero que hizo fue convencer al director holandés Paul Verhoeven de que se hiciera cargo de la cinta. Schwarzenegger había quedado muy impresionado con su trabajo en RoboCop y creía que su estilo era perfecto para lo que él necesitaba.

«La idea de qué se siente ser una máquina, la forma en la que lo presentó, las escenas… Recuerdo que quedé enamorado de RoboCop por la vuelta de tuerca que presentaba. Me había parecido tan creativo y me había gustado tanto que cuando me lo crucé en un restaurante, fui a su mesa y le dije que deseaba alguna vez trabajar con él. Y volví a hablarle cuando tuve los derechos de El vengador del futuro», recordó.

A pesar de que había pasado casi una década y media de contratiempos, cuando la estrella de Terminator logró tener libertad para hacerla, la película arrancó casi de inmediato. «Arnold me convocó, me contó la idea y le dije que sí en ese mismo momento. Nos dimos un apretón de manos y empezamos a trabajar. No hizo falta abogados ni negociaciones: vi en sus ojos su pasión», recordó Verhoeven.

Un sueño encaminado

«Él es europeo así que entendí su personalidad y su estilo. Tiene un ojo y un criterio únicos», explicó Schwarzenegger sobre su elección de director. Lo primero que hizo Verhoeven fue pulir aún más un guion que, con tantas versiones, resultaba difícil de entender. Así, modificó al protagonista, que era un empleado burocrático en el original, por un rudo obrero de la construcción (acorde al physique du rol del divo de Hollywood) y reescribió el final con Gary Goldman, responsable de Rescate en el barrio chino.

Director y actor convocaron a un equipo de producción afín a su visión de la historia, y pensaron en el elenco sin medir los gasto. El intérprete, que venía de romper la taquilla con Terminator y Depredador y había probado con éxito la comedia con Gemelos, sentía que necesitaba una mega producción para terminar de consolidarse y él mismo consiguió las inversiones necesarias.

Así, por ejemplo, el rol de Lori, quien comienza siendo la mujer del protagonista pero revela ser una traidora, recayó en la ascendente Sharon Stone. «Es increíble cómo pudo lograr pasar de una expresión suave y amorosa a ser el mismo diablo en una misma escena. De hecho, creo que fue este papel el que logró que la llamaran para Bajos Instintos», reveló Verhoeven.

En muchos sentidos, y a pesar de que se estrenó en 1990, El Vengador del futuro es la última película de ciencia ficción de los 80 porque prescinde de la tecnología digital para la mayoría de sus efectos especiales. Su escenografía, sus criaturas y sus explosiones fueron logradas en escenarios reales y con costosas prótesis. Las escenas en las que se le extirpa una sonda esférica de la nariz o cuando explota su cabeza por falta de oxígeno, por ejemplo, fueron realizadas con máscaras talladas a imagen y semejanza del protagonista, lo que hoy se resuelve incluso en series de televisión de bajo presupuesto con recursos digitales.

El encargado de esas hazañas fue el especialista en efectos especiales Rob Bottin, quien recibiría al año siguiente un premio de la Academia de Artes y Ciencias de Hollywood por su labor. «Creo que nos premiaron por ser el último film en el que todo, absolutamente todo, era real. Hicimos máscaras de varios actores con bolsas de aire escondidas que se inflaban cuando supuestamente estaban expuestas a la atmósfera de Marte, y terminaron siendo icónicas», recordó.

Con estos retos por delante, la única manera de volver viable el rodaje fue trasladar todo a la Ciudad de México, en donde se construyeron sets de una dimensión inédita hasta entonces e incluso se usaron locaciones en el subte de esa ciudad, debidamente cerradas y acondicionadas para parecer marcianas.

«Verhoeven se enamoró de lo futurista que podía parecer México. Construimos unos sets increíbles en los estudios Churubusco», recordó Schwarzenegger. Allí se montaron escenografías increíbles que se completaban con algunos toques digitales, en una fórmula mucho menor que lo que sucedería muy poco tiempo después con Terminator 2 y Jurassic Park.

Un director pasional y una estrella apaciguada

El Vengador del futuro se rodó durante cinco meses y de manera cronológica según el guion, una verdadera rareza pero a la vez una necesidad que impuso Verhoeven. Aún hoy su crueldad y humor son destacados en el género, además de genialidades como la empresa de taxis Johnny Cabs o la icónica mujer con tres senos.

Conocido por su nivel de exigencia y malhumor, el carácter de Verhoeven fue templado por el mismo Schwarzenegger, quien a lo largo de toda la producción realizó varios encuentros de camaradería entre los integrantes del elenco y el equipo de producción. Además, el austríaco decidió realizar él mismo escenas sin dobles de riesgo, lo que significó que se quebrara dedos y costillas, aunque jamás se mostró enojado.

«Yo debía atravesar una ventana que, justo antes, explotaba. Pero no lo hizo y la atravesé entera, cortándome profundamente una muñeca. No quedó otra que parar para comer y que me cosieran la herida. Era medianoche porque… Bueno, estábamos filmando de noche. Después de que me cosieron, escondimos los vendajes con la manga de mi campera pero se seguía viendo, pegamos todo con cinta adhesiva para que no se vea y seguimos rodando», recordó.

Cox, que había trabajado en RoboCop y se puso en la piel del villano Cohaagen, también tiene buenos recuerdos del rodaje gracias a su estrella: «Cuando uno trabaja con Paul Verhoeven, hay una cierta volatilidad en el aire todo el tiempo. Él es absolutamente pasional y si te toca estar en el lado equivocado de una de sus diatribas te aseguro que no es una experiencia agradable aunque nunca, en las dos películas que hice con él, nunca me ha sucedido».

«Por aquellos tiempos existía la leyenda de que Schwarzenegger era difícil de tratar. Era una reputación injusta que creo que viene de su pasado fisiculturista: allí uno tiene que demostrar que es un macho fuerte para poder sobrevivir y quizá eso alguna vez se trasladó a sus primeros rodajes. Pero no fue el caso aquí, tuvimos una relación maravillosa incluso cuando mi personaje era muy dominante en pantalla», aclaró el intérprete.

A pesar que muchas veces los estudios TriStar Pictures intentaron convencer a director y protagonista de eliminar escenas para no aumentar los gastos, el actor logró siempre imponerse y defender su visión. Gracias a eso consiguieron un corte final que dejó satisfechos a ambos pero desorientados a los ejecutivos en cómo presentar a esta mega producción a los espectadores.

Así, en febrero se estrenó un trailer y un póster misterioso y oscuro, que invitaba a que el público descubra por sí mismo la trama. Sin embargo, cuando Schwarzenegger lo vio estalló de furia y se puso a armar él su propia promoción.

«Parecía una película de 20 millones de dólares cuando, en realidad, había costado más del doble», explicó el actor. Para revertir esto, contrató a los editores de los trailers de Terminator y Star Wars: El imperio contraataca para que hicieran un corte centrado en él y las escena de acción.

La estrategia dio resultado: El Vengador del futuro debutó primera en la taquilla y recaudó en sus primeros tres días, sólo en los Estados Unidos, 25 millones de dólares, hasta terminar con más de 261 millones a nivel global. Se volvió la película más exitosa de Schwarzenegger hasta ese entonces, la quinta más vista de 1990 y dejó satisfecho tanto a la crítica como al público.

«Me pone muy feliz saber que hice un par de películas que resistieron el paso del tiempo. Y no es por mí, es gracias al trabajo de grandes directores… ¿Cuántas películas pueden seguir siendo buenas 30 años después?», concluyó el actor.

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